Desde
una visión dinámica de las adicciones,
en su sentido psicológico, podemos partir también de la particular relación que
un sujeto establece con una sustancia o actividad adictiva, de la que extrae
una satisfacción. Esto nos llevará a determinar la función que desempeñan
dichas adicciones. De esta función nos habla Ernesto G. Sinatra, en su artículo “Variantes del argumento ontológico de la Modernidad”. En este artículo, se
alude a la posición subjetiva de cada sujeto adicto. No se trata entonces de
las drogas, como objetos de consumo
externos al sujeto, ni tampoco exclusivamente de la neuroquímica del
cerebro, sino de la elección que está haciendo el sujeto, traducida en términos
lógicos y subjetivos, es decir, no en todos es igual, se trata de despejar qué
lugar ocupa esa droga-actividad adictiva en la economía de “goce” del sujeto.
Desde esta visión podemos precisar una serie de puntos:
Los objetos drogas como taponamiento
del malestar. Es una forma de no querer saber sobre este malestar, antes
incluso de que pueda aparecer. (consumo de drogas en adolescentes)
La relación con estos objetos-drogas
imposibilitan la relación con el otro. Una especie de goce autista, por parte
del sujeto.
De cara a posibles tratamientos: Desde la
elección que el sujeto hizo por drogarse, inscrita cómo hemos comentado en una
lógica, a la decisión de un ideal de abstinencia, hay un recorrido, que
necesariamente pasa por elaborar y comprender qué es lo que ha pasado en esa
elección de “drogarme”. No solamente miro lo mal que estoy y enseguida concluyo
con abstenerme, hay un paso intermedio que clarifique la función, antes
mencionada.
Se hace por tanto necesario, en el
tratamiento con sujetos adictos, no sólo controlar el entorno, la prevención
de recaídas sino también, explorar las dinámicas familiares que son generadoras
siempre de estructuras de funcionamiento y de las elecciones que en un momento
determinado hace el sujeto.
Nuestra
sociedad occidental lleva demasiado
tiempo, produciendo un exceso de casi todo. No se trata de satanizarla, sin más,
pero sí de llamar nuestra atención sobre las velocidades vertiginosas de los
objetos de consumo, produciendo un placer inmediato que no se sacia con nada.
Nuestra tragedia, como civilización, es que simplemente, nos entra más
“hambre”. Estamos expuestos todos los días a cientos de alimentos comerciales,
cuidadosamente diseñados como el casino de Las Vegas, rodeados también de innumerables
ruidos y sonidos, ropa, coches, en fin la serie es interminable. Hemos perdido
la capacidad de sentir placer antes aspectos de la vida mucho más sutiles. La
oferta que el consumo promueve de forma deliberada, no permite la aceptación de un malestar,
consustancial a la vida, no tolera ningún signo de sufrimiento, por más leve
que este sea, creando el caldo de cultivo adecuado, para las píldoras de la
felicidad, que son la otra forma del consumo de drogas legales, los llamados
psicofármacos, que en muchos casos dejan a los sujetos en un escenario de no
confrontación con el dolor vital. No se trata de una especie de masoquismo, ni
de un sufrimiento gratuito, sino de confrontarnos con algo que nos concierne
como seres humanos. Este estado de cosas, adopta la forma de una progresiva
demanda infantil, que nunca se ve satisfecha. El trabajo con personas adictas,
demuestra de manera contundente, la
necesidad de devolverles a un lugar de responsabilidad, en donde las demandas
se conviertan en acciones responsables y el dolor vital en algo que juega a su
favor y no en contra.
Por lo tanto, para que el sujeto "adicto", realice una elaboración, que pueda hacer comprensible para él mismio la lógica que le ha llevado a consumir, necesita tiempo y esto es absolutamente incompatible, con algo que he leído en este blog, de manera tremendamente acertada, NO SE PUEDEN APLICAR TRATAMIENTOS EXPRES. Las administraciones, por criterios económicos, no de reformas sino de recortes, están contagiadas de VELOCIDAD, PRAGAMATISMOS PRENICIOSOS, que van directamente abocados al fracaso en los tramientos en drogodepencias.
Marian, psicóloga, psicoterapeuta.
Un abrazo grande a GARALDEA.
Gracias Marian, un abrazo!
ResponderEliminarGenial Marian.
ResponderEliminarMuchos besos.